Mi armario huele a gasolina. Romántico, incorregible y empedernido amante de todo lo que tenga ruedas, cuatro o dos, vanguardista o clásico, gasolina, diésel y hasta eléctrico, pero con ruedas. Imposible imaginar mi pasa sin ruido, perdón, sonido de motores, y tampoco imagino mi futuro. No es afición, es pasión.