Introducción
El mundo del todoterreno atraviesa un momento delicado; excesivas regulaciones sobre qué hacer y qué no hacer en el monte, una oferta muy reducida, precios elevados y una invasión de electrónica y complejidad sin precedentes. No es, desde luego, la mejor de las perspectivas, pero siempre hay esperanza.
Tanto es así que Ford, de nuevo, se ha sacado de la chistera un coche diferente. Porque el nuevo Ford Bronco no es solo un ejercicio de marketing que tira del pasado, es una propuesta seria que pelea en el presente con las ideas claras. Conservative is the new punk que dicen.
Antecedentes
Aunque el pasado también pesa. En concreto, casi 60 años de pasado a las espaldas del nuevo Bronco, que ahora tiene que cumplir con las expectativas de desempolvar tal nombre, pero remontémonos primero un poco en el tiempo.
En 1966, Ford presenta el Bronco como un todoterreno compacto de inspiración claramente militar -como su rival el Jeep CJ-5-, acoplando dos años más tarde un V8 de 200 CV con el que triunfaría en el mercado, alargando su éxito hasta 1978. Después de una segunda generación testimonial, en 1980 llega la tercera generación, también con el sobrenombre de Bronco II; un salto cualitativo y un aumento de tamaño que siguió conquistando corazones en América.
Con el V8 como piedra angular de este todoterreno, fueron sucediéndose la cuarta y quinta generación hasta su despedida en 1996, dejando casi dos décadas de vacío, al tiempo que era sustituido por el Ford Expedition en la gama. Una historia tremendamente rica que es imposible resumir en dos párrafos y que representa el todoterreno americano desde la visión de Ford (y que os ampliamos en el vídeo).
Características
El Bronco del presente conecta directamente con el original de 1966: faros redondos, diseño “cuadradote” y multitud de guiños a su tatarabuelo. Ya no hay V8, pero se percibe una clara voluntad de traer de vuelta un clásico a pesar de todos los condicionantes del mundo moderno. Así, el Bronco llega a Europa por vez primera con un solo motor y dos acabados. Al V6 Ecoboost de 2.7 litros lleno de potencia y par (335 CV y 563 Nm de par máximo), le viste el acabado Outer Banks, algo más refinado y urbanita o la versión Badlands; la más adecuada para la práctica del 4x4 y la que hemos tenido el placer de traeros.
Una caja de transferencia con mayor reducción de marchas (3,06:1), control electrónico de bloqueo de los diferenciales delantero y trasero, una suspensión Bilstein a medida con mayor recorrido (222mm delante y 250mm detrás) con opción de desconexión de la estabilizadora delantera y mejores cotas todoterreno son solo algunos de los aderezos que convierten al Badlands en la opción más aventurera.
- Cotas Badlands
- Altura libre al suelo: 261 mm
- Recorridos de suspensión: 222/250 mm
- Ángulo de ataque/ventral/salida: 40,6/23,6/33,3 grados
- Altura de vadeo: 800 mm
- Cotas Outer Banks
- Altura libre al suelo: 237 mm
- Recorridos de suspensión: 202/249 mm
- Ángulo de ataque/ventral/salida: 38,1/21,9/31,4 grados
- Altura de vadeo: 800 mm
Diseño Exterior
Pensad en el Mercedes Clase G, en el Jeep Wrangler o en el Toyota Land Cruiser. Incluso este último de sus rivales se ha rendido ante el poder del “boxy design”; la simpatía que generan unas formas cuadradas. El Bronco es precisamente eso, un diseño simple y honesto pero que te saca una sonrisa, el coche de juguete a escala ampliada. Además, en este Eruption Green opcional, le da un tono aún más campero que se refuerza con la cantidad de piezas sin pintar que encontramos en el Badlands: espejos, pasos de rueda, paneles del techo…
Y, aunque no se perciban, las protecciones se extienden a lo largo y ancho con paragolpes de metal, estriberas y planchas en los bajos. Un conjunto de 4,8 metros de largo, 1,93 de ancho sin contar los espejos y 1,96 de alto -en el caso del Badlands-, que destila solidez y fuerza, complementado por unas enormes ruedas BF Goodrich All-Terrain TA K02 en medidas 285/70 R17.
(señalar las del Outer Banks)
Vida a Bordo
Dentro, el Bronco tampoco disimula y te recibe con un ambiente tosco y rudo; una mezcla de practicidad y austeridad salpicada con detalles pijos. Porque si bien equipa unos comodísimos asientos de cuero calefactados, un eficaz sistema de infoentretenimiento y multitud de gadgets para tu comodidad, también encuentras alfombrillas de goma, muchos plásticos bastos y asideros con acentos naranjas sacados de un taller de carpintería de Nebraska.
Una vez sentado, muy arriba, es una sensación muy agradable, mezcla de poder, control y aroma americano. Para nuestro estándar de automóvil, un producto así nos resulta exótico y cautivador y, en este caso, un más que correcto maridaje entre la tradición y la modernidad. Mandos físicos, una palanca del cambio contundente, pero toda la conectividad que esperas.
Con ajustes muy buenos, uno esperaría encontrar pocos “grillos”, pero los hay. Porque el Bronco trae consigo un techo desmontable en cuatro piezas cuyas uniones son algo problemáticas y que, inevitablemente, son fuente de crujidos y de ruido al habitáculo. Es el precio de una modularidad que permite “desnudar” al coche hasta quedarte con un armazón a lo Mad Max, yendo mucho más allá de retirar el techo. Respecto a su habitabilidad, las formas regulares son imbatibles. Con espacio para acomodar a cinco adultos y todo el equipaje que desees, puedes escaparte con él donde quieras, con 873 litros de maletero hasta el techo.
Usabilidad
El Bronco es un todoterreno de la vieja escuela pero con menos compromisos. No ofrece esa experiencia dura y llena de rebotes de la que te acuerdas una semana, sino que intenta mecerte y fluye mejor con los baches, estés donde estés. Un rodar cómodo que se siente en carretera donde, a pesar de las inercias inherentes a un coche con este tarado y al ruido aerodinámico y de rodadura, se pueden realizar viajes de manera agradable, siempre y cuando estés dispuesto a lidiar con un consumo algo elevado.
Porque el Bronco Badlands homologa 12,7 litros a los 100km en ciclo WLTP pero, a velocidades de autovía y con algo de viento en contra, puedes llevarte un verdadero susto: es el precio de cruzar el aire con un ladrillo. Aun así, tras casi 1500 kilómetros intentándole ver las costuras, con todo tipo de uso, el consumo medio fue inferior a 15 litros, algo que habla muy bien de la eficiencia de este V6 en cualquier circunstancia.
En ciudad, no se siente tan cómodo como tú dentro de él y deja patente su enorme radio de giro y sus generosas dimensiones. Con todo, la sensación de dominio frente al resto de conductores es apabullante y siempre podrás ser el rey entre los semáforos con un 0-100 en 7 segundos (ojo al dato). Al final, si eres un tipo duro que quiere comprarse un todoterreno de verdad, imaginamos que todo esto te importe poco, ¿verdad? Así que vamos al lío.
Comportamiento 4x4
He aquí la verdadera razón de ser del Bronco: la vida offroad. Lejos de un vacío ejercicio de marketing de rescatar nombres pasados, esto es un 4x4 de verdad, pensado para que le pongas en aprietos y los supere. Quizás muchos Broncos modernos se vean condenados al tráfico urbano y a un trato amable de fashion victim, pero no nacieron para eso.
Al igual que muchos de sus rivales, cobra sentido en la naturaleza. Sumado a todos los argumentos técnicos que ya hemos mencionado y a su pisada confortable incluso en los entornos más duros, el Bronco trae consigo un asistente de giros cerrados casi como el nuevo Clase G eléctrico (Trail Turn Assist), asistente de descensos y control de crucero offroad y, por encima de todo, la ruleta G.O.A.T. (de Goes Over Any Type of Terrain).
Con el simple giro de un mando, podemos seleccionar el terreno sobre el que circular y, automáticamente, el coche se prepara para ir a través de este, a través de lo que llaman Terrain Management System en Ford. Así, ajusta la respuesta del acelerador, del cambio, la dirección e incluso selecciona el modo de tracción necesario. Tampoco nos olvidemos de la desconexión de la estabilizadora o los bloqueos de los diferenciales. Pudiendo elegir entre siete modos de conducción en el acabado Badlands, con dos específicos (Normal, Eco, Resbaladizo, Barro y Baches, Baja, Arena y Rocas), la tarea de configurar manualmente todos los parámetros es casi testimonial, propia de otra época. Y lo mejor de todo es que el Bronco lo hace bien.
La lista de soluciones técnicas y también de ayudas es casi interminable, incluyendo cámaras para ver lo que ni tus ojos alcanzan -a pesar de contar con claros elementos de referencia como los enganches del capó-. Es la receta clásica del 4x4 de eje rígido y chasis de largueros, pero en el siglo XXI, con todo lo que te hace la vida más fácil. Desconocemos la fiabilidad de todo esto después de días recorriendo lugares inhóspitos del mundo, pero seguro que habrán pensado en ello.
En suma, lo verdaderamente impresionante ya no son solo sus capacidades sino la facilidad con la que consigue superar los obstáculos que le pongas. Ese punto en el que el límite eres tú y tu voluntad de arriesgar la integridad del coche o quedarte tirado, porque, probablemente, ante tu duda de si pasará o no, el Bronco pase.
Conclusiones
Llegados a este punto, toca hablar de dos cosas: su precio y sus rivales. Lo primero, porque el Bronco parte, con descuentos en unos 73.000€ y, aunque lejos de los 80.000 de hace pocos meses, es un juguete caro que aun aumenta eligiendo la variante Badlands.
Es cierto que la única versión del Wrangler (encima híbrida) parte en unos 77.000€, que el Clase G escala al doble y que el nuevo Land Cruiser se va a los 85.000€, pero sigue siendo bastante dinero por un producto algo tosco y con una gama tan reducida. Sabemos que es el tope de gama antes del Raptor y que equipa todos los extras habidos y por haber, pero, ¿no habría sido buena idea traer un Bronco “pelado” a Europa con un motor más modesto y un precio de derribo?
Además, en Sexta Marcha tenemos el corazón tremendamente dividido entre los dos productos de disfrute todoterreno de Ford: este Bronco y la Ranger Raptor. Son las dos caras de la misma moneda, el 4x4 extremo y puro o el desparrame por las pistas de tierra; una difícil elección que, a nuestro juicio, dependerá mucho de donde vivas. El Bronco se siente cómodo en el monte, la Raptor en las interminables pistas del campo castellano (siendo muy apta para el 4x4). Hay algo de diferencia en precio, pero no determinante en productos así.
Con todos los elementos de juicio, solo nos queda aplaudir la maniobra de Ford. El Bronco es de esos coches que se compran con 90% de corazón y 10% de cabeza, al contrario que la gran mayoría del parque automotriz; un ejercicio perfecto de ser fieles al pasado incluso hoy. Tiene, como se dice ahora, AURA. Da igual de dónde seas y quién, el Bronco es capaz de imbuirte de esencia yanqui y de ansia de aventura como pocos y ese, quizás, sea su gran mérito.
Y para muestra, te dejamos nuestra prueba del Bronco en vídeo: