Siempre que vamos a Francia volvemos con un ligero sentimiento de envidia; ya nos pasó en Le Mans Classic con su ambiente nostálgico de las carreras y nos ha vuelto a ocurrir, esta vez en París. La cultura francesa del automóvil es rica y se respira por todas partes y esto, unido a un pueblo reivindicativo, a veces regala historias como la de los rassemblements (quedadas) en Place Vauban.
Place Vauban es una plaza adoquinada del 7ème arrondisement (barrio) de París, a pocos minutos de la Torre Eiffel y conocida por dar frente a la tumba de Napoleón Bonaparte (al menos esa es la parte para el turista convencional). La historia petrolhead, en cambio, nos habla del lugar escogido para que, un domingo cualquiera de 2016, la Fédération Française des Automobilistes Citoyens (FFAC), comenzaran sus reuniones en protesta por las medidas anticontaminación tomadas por el Ayuntamiento de París, que afectaban directamente a los coches antiguos -que entraron en vigor en 2017-.
Así, a partir de julio de 2016, todos los domingos se celebraba la Ronde des Bannies (“la ronda de los desterrados” podría decirse), en una procesión de clásicos y youngtimers como grito de libertad. Una particular forma de protesta solo interrumpida por la pandemia y que, al reanudarse sufrió la transformación final hasta convertirse en lo que tenemos ahora; una suerte de Cars & Coffee espontáneo e intergeneracional surgido de aquellas luchas.
Es fácil entender que, con la entrada en vigor de las prohibiciones, la falta de autorización para las reuniones y la constante presencia de la policía para evitar que ningún coche pare en la misma plaza (ahora parada de autobuses turísticos), se haya desvirtuado, en cierto modo, la idea original. Aun así, asistir a un rassemblement à Vauban sigue siendo toda una experiencia y queríamos contártelo.
Así que allí estuvimos una fría mañana de enero, desde primera hora. Con la ciudad desperezándose, el ruido de los neumáticos sobre la esplanada adoquinada de Place Vauban y el rugido de los motores, anima a París a despertar. Los alrededores de la plaza comienzan a bullir y, rápidamente, la Avenue de Segur comienza a quedarse sin sitios libres en un desfile ecléctico ante la mirada atenta y emocionada de propios y extraños.
Desde clásicos a hypercars de ensueño como el Aston Martin One-77 o el Porsche 918 Spyder, la pasión brota a lo largo y ancho de una zona residencial que, durante un rato, se vuelve el epicentro del petrolheadismo parisino.
Frente a voitures como un Porsche 356 o un Ferrari 550, se congregan curiosos, spotters y dueños para conversar y mostrar su común amor por el motor, en una reunión espontánea que sorprende por el buen rollo y el respeto reinante. Mientras algunos desayunan en el café aledaño, otros se encargan de aportar la banda sonora al evento en tono de V8, V10 o V12 pasando alrededor.
Una cita, en definitiva, de las que crean afición. Y uno, que no es de piedra, no puede sentir cierta envidia al respirar semejante demostración de cultura del automóvil. Ojalá más "Vaubans" en el centro de muchas ciudades españolas, ojalá…
