En Sexta Marcha somos unos fanáticos de los deportivos, los grandes motores y la gasolina de alto octanaje; casi como salidos de Mad Max, pero más civilizados. Aun así, no nos gusta permanecer ajenos a la realidad de la industria y del mercado del automóvil. Por esa razón y aprovechando nuestras vacaciones, hemos echado el guante al Volkswagen T-Roc, uno de los diez coches más vendidos en España y peso pesado de la categoría C-SUV.
En las antípodas de nuestras preferencias, este SUV compacto animado de un motor 1.0 TSI de 110 CV debe tener algo para que la gente acuda en masa a por uno, ¿no? Pues justo eso hemos tratado de descubrir.
Diseño e interior
Cuando alguien está dispuesto a pagar un sobrecoste respecto a un compacto tradicional sin un retorno objetivo claro es porque le entra por el ojo, porque le dice algo. Así, el T-Roc tiene esa estética algo más atrevida que un Golf, ligeramente sobreelevada y con una marcada caída del techo.
Como es habitual, las diferentes opciones de acabados y paquetes exteriores determinan la estética final del coche y su look más o menos deportivo. En este caso, lo que veis en las fotos es cómo luce el T-Roc más básico que podías comprar antes del restyling, lejos de un R-Design.
La mirada del T-Roc es también más potente y afilada, recordando a sus hermanos mayores Tiguan o Touareg. Desde cualquier ángulo se ve más musculoso y poligonal que el Golf, pero dejando claro que estamos ante un Volkswagen y que sigue reinando una cierta sobriedad en cada trazo.
En el interior ocurre más de lo mismo. Será más o menos chic según tu voluntad de dejar euros en opciones. Lo que siempre tendrás serán plásticos duros por absolutamente todas partes, algo más propio de un segmento B que de este coche; es como si tuvieras el interior de un Polo en un envase de precio superior. No sabemos si envejecerá bien o no, pero desmerece.
Seguimos por una posición de conducción más elevada de lo habitual que, si bien otorga mayor visibilidad y para muchos potenciales compradores es un plus, dista del ir “encajado y bajo” por el que algunos nos inclinamos. Sea como fuere, desde ahí leerás una instrumentación clara y cuidada, más aún con el cuadro digital que ya viene de serie en el T-Roc 2022.
La línea del salpicadero continúa e integra una pantalla táctil en disposición horizontal (que aumenta de tamaño y se desliga del propio mueble en el nuevo) que, gracias a Dios, no elimina los mandos físicos para funciones básicas (climatización, start/stop…).
Así, en cuanto a ergonomía, el T-Roc tiene pocas cosas que se puedan reprochar (y aún mantiene el mando clásico para las luces) pero echamos en falta una calidad percibida superior que esperamos encontrar en el T-Roc MY2022.
Características técnicas
Este VW T-Roc monta un motor tricilíndrico de gasolina 1.0 TSI de 110 CV y 200 Nm. Es la versión de acceso a la gama y, como tal, es cumplidora. No hay aceleraciones fulgurantes ni recuperaciones asombrosas, se contenta con unas cifras mediocres que no animan a ir rápido ni a intentar demasiados adelantamientos. Esta motorización, que se mantiene en la nueva versión y puede ir acoplada a una caja manual de 6 marchas (en este caso) o a la archiconocida DSG de 7, no posee además ningún tipo de hibridación.
Este tricilíndrico tiene para sí un giro rumoroso y más aún cuando se sube de vueltas para acercarse a ese proclamado 0-100 en unos aceptables 10,8 segundos. Pero eso no importa demasiado, su labor es otra; y es que gasta poco, muy poco.
Con un consumo homologado de 6 litros, acabamos la prueba con una media inferior a los 7 litros. Todo ello contando con la orografía muy en contra de la isla de La Palma, donde el 80% de las vías son carreteras de montaña. Puede que el 2.0 TDI gaste menos, pero no lo vemos tan adecuado para un uso cotidiano en la ciudad.
Para lo demás, el T-Roc coge la plataforma modular del grupo para estos segmentos, la MQB, lo que implica suspensiones McPherson delante y eje torsional detrás. En el espacio interior eso significa un espacio similar al de un Golf y un maletero de 445 litros.
Sensaciones
Seremos breves esta vez: el T-Roc se mueve y se siente como un Volkswagen al uso. Esto, que trae implicaciones en su mayoría positivas como son el aplomo en carretera, el correcto aislamiento o la suavidad en la conducción, lo vuelve descafeinado y tan gris como su color. Pero en estas lides, su talante agradará a la mayoría de los conductores y está en línea con la mayoría de su segmento. Dirección muy blandita, pedales blanditos y un cambio de recorridos suaves y largos que facilitan convivir con él.
Ningún dueño de T-Roc 1.0 se irá con él a una carretera de montaña para exprimirlo, pero sí es posible que circule por pistas de tierra. Aquí se agradece el tarado de la amortiguación y el generoso perfil de los neumáticos, unido todo a un aislamiento acústico que hace agradable la experiencia. Por los numerosos tramos sin asfaltar que nos encontramos, el T-Roc se las apañó de manera adecuada, meciéndonos en su interior sin sobresaltos.
Conclusión
Lejos de los aparatos pasionales a los que estamos acostumbrados, este T-Roc se comporta y se mueve como un hijo obediente, es un coche sirviendo como coche. Y ese quizás sea su mejor piropo.
Aunque haya escalado en precio hasta cerca de los 30000€ en su nueva versión (¿qué coche no lo ha hecho?), el T-Roc es el pastor alemán de los SUV del segmento C; no es un 10 en nada, pero es un notable en todo. Consumos aquilatados, confort de marcha y todas las comodidades que quieras -y que quieras pagar-; creemos que el T-Roc seguirá siendo una opción a tener en cuenta para todo aquel que siga buscando un SUV compacto y no quiera equivocarse.
Mientras tanto, nosotros nos quedaremos con el compacto equivalente y algunos euros en el bolsillo.