Opinión: Necesitamos más coches como este GMA T.33
El pasado 27 de enero, Gordon Murray Automotive, la firma del mismo Gordon Murray, presentó su segunda creación tras el espectacular T.50 de posición central de conducción y enorme ventilador trasero. Este nuevo lanzamiento, que se sitúa un peldaño por debajo de aquel, es el GMA T.33 y está dirigido a convertirse en un coche más "utilizable". No obstante, todo esto pasa a un segundo plano si tenemos en cuenta lo que significa el advenimiento de coches como este T.33 y la filosofía automovilística que tiene tras de sí.
Para el hombre que fue responsable, entre otros, del McLaren F1 sobran las presentaciones. Su manera de entender el automóvil es tan característica y suya como su gusto por las camisas horteras y, en cierto modo, es el héroe que no merecíamos pero sí necesitábamos. Después de ilusionarnos con el T.50, vuelve a la carga con un concepto ligeramente menos pretencioso pero igualmente emocionante.
Antes de argumentar por qué este T.33 es una botella de oxígeno para la salud maltrecha de los petrolheads y una esperanza en un horizonte oscuro, echemos un vistazo a su planteamiento técnico.
El T.33 es el segundo miembro de una familia de supercars nacida para proporcionar la más pura experiencia de conducción posible. Sus escasas 100 unidades prometen un peso contenido en 1100 kg y 615 CV y 454 Nm de par de su motor V12 Cosworth de 3.9 litros, pero todo en este coche -por muy deportivo que sea- va más allá de las cifras.
"Somos distintos a cualquier otro fabricante. No perseguimos tendencias, no perseguimos cifras para rellenar titulares, no perseguimos ventas y no lo haremos". Gordon Murray sobre GMA
Es ese V12 convenientemente reajustado para su usabilidad en este T.33 el eje central de la experiencia. Aullando hasta las 11000 revoluciones versus las 12100 que alcanza en el T.50 y entregando el 75% del par desde 2500 rpm y el 100% desde 4000, hace sentir al 911 GT3 como un hot hatchback en comparación (en palabras de Murray).
Se sitúa en posición central, como no podía ser de otra manera y va unido a una caja de cambios que, en aras de llegar a un mayor público, se puede elegir manual de seis velocidades o automática, en un desarrollo propio que promete ser ultra rápido y que, de momento, solo han encargado tres de los futuros dueños.
Todo lo demás está convenientemente diseñado y repensado hasta límites enfermizos para otorgar lo mejor sin penalizar la usabilidad. Prueba de ello es una altura libre al suelo propia del mundo real, un maletero que en total suma 280 litros o unas "terrenales" Michelin Pilot Sport 4S en medidas 235 y 295. También la disposición de dos asientos ayuda enfatizar este aspecto y a reducir la anchura total del vehículo. Finalmente, una autonomía prometida en uso normal de 600 kilómetros con un depósito (75 litros), es otro argumento en la búsqueda de esa practicidad de buen Gran Turismo.
Algunos de los siete principios que guían a GMA son: perfección en la conducción, arte en la ingeniería, exclusividad y el retorno a la belleza.
Y aunque podríamos seguir así hasta el infinito, ¿qué hace grande a este T.33 más allá de todo eso? Fundamentalmente, la visión de Gordon Murray sobre lo que importa en el camino hacia esa driving perfection. En un mundo repleto de afán por aparentar y por aportar un drama superfluo y artificial que se ha traspasado a la industria del automóvil, el T.33 es el último reducto del "menos es más" y valedor de un cierto "conservatism is the new punk".
En serio, mirad, estamos hablando de un coche con motor V12 atmosférico cuya marca seguirá montándolos (con hibridación, sí), hasta que le fuercen a lo contrario y de unas formas sin añadidos innecesarios que beben de los deportivos de los 60 y de su pureza de líneas (polémicas aparte). Los faros son grandes, de una pieza, sencillos y clásicos, con pilotos redondos atrás, sin florituras; el escape tiene colas redondas, ninguna forma extraña y la silueta del coche es la de una botella de Coca-Cola. Proporciones clásicas en el siglo XXI, es imposible no amarlo.
Pero no quisiéramos dejar sin su especial mención al interior de este coche. Imbuidos de la imperiosa necesidad por el infotainment, quizás nos hayamos olvidado de lo que pueden provocar unas tradicionales agujas, una palanca y unos pocos mandos más -físicos, por supuesto-. El T.33 es, según se abre la puerta, esto y mucho más. Que sí, que tiene alguna pantallita y se puede encargar con conectividad, pero no confundamos esencia clásica con anacronismo.
Con todo, el T.33 es la esperanza de una flor que brota en un terreno cada vez menos fértil y más incierto. Es verdad que, en estas tiradas y en estos rangos de precio (1,4 millones de libras antes de impuestos) es más fácil ser valiente pero aun así, hay que serlo. Del mismo modo que pedimos deportivos para poder comprarnos, también pedimos deportivos que nos hagan soñar. Por eso, necesitamos más coches como este GMA T.33.
Bravo, Gordon.