Esto es lo que ocurre cuando Ducati y Lamborghini colaboran para crear. Crear un diablo de dos ruedas. La Ducati Diavel es un oscuro objeto de deseo para los amantes de las dos ruedas, pero incluyendo en esta ocasión, además, a los amantes de las cuatro ruedas. El mercado automovilístico y motociclístico italiano pasa por ser uno de los más exclusivos y elitistas, donde los fabricantes han premiado y primado tradicionalmente la estética sobre la practicidad. Es un país donde el alto componente estético de las cosas es la norma, no en vano, a ello se añade que se han fabricado, desde siempre, objetos mecánicos con un enorme y elevado desempeño y tremendas prestaciones.
Dos de los representantes de esa tendencia, dos de las firmas más exclusivas de los mercados de coches y motos se han unido en esta ocasión para dar lugar a un objeto realmente único, de coleccionista, y poco accesible. Y es único, y de coleccionista y poco accesible porque el número de unidades producidas apenas va a superar las seiscientas, con seiscientas treinta de hecho, y porque a esa dificultad añadida del bajo estocaje, se le une que el precio de adquisición es realmente prohibitivo para una máquina de dos ruedas, pues se sitúa en unos nada despreciables 32.990€. Pero, aún con todos esos euros de precio, ¿Cómo negar la belleza del aparato y cómo resistirse a la inexplicable atracción que genera?
No se nos ocurría mejor ocasión para introducir algo de dos ruedas en Sexta Marcha que la presente, donde la relación con el mundo de las cuatro ruedas es tan evidente, clara y palmaria. En esta situación, dejadnos que os presentemos a los dos protagonistas, los dos elementos que se conjugan aunque en dispares proporciones en esta moto presentada por Ducati y Lamborghini: la Ducati Diavel 1260 y el Lamborghini Sián FKP 37. Estos dos nombres asustan, y no es para menos.
La Ducati Diavel nunca ha sido una moto precisamente discreta, ni una moto tímida, ni una moto silenciosa; pero es que con esta vuelta de tuerca con el influjo de Lamborghini, se han llevado las características de indiscreción bien entendida y distinción genuina un paso más allá. Tal y como está diseñada la Diavel, llama la atención el color, esa pintura verde mate, que hace que no sea una moto coruscante por el color en sí mismo, pero es capaz de serlo por la personalidad que transmite en el primer golpe de vista.
La Diavel, en su versión normal, es una moto ciertamente lóbrega, como venimos diciendo, algo sombría, y con toques tenebrosos inclusos. Presenta unos marcados ángulos, unas caídas y resaltos de carrocería de infarto, y unas nada habituales, y casi inconcebibles, proporciones. Podría decirse que es el súmmum de las motos selectas, una ilustre representante del culto a lo selecto y lo único. Sus líneas limpias, sin casi impurezas, con aire futurista, la bajísima altura, el mareante tamaño de la rueda trasera ‒fabricada ex profeso para este modelo‒, y la alta dotación tecnológica, junto con el transgresor y disruptivo diseño, le otorgan la vitola de reina de las naked. Encorsetarla en un segmento de motos concreto es realmente complejo, pero a nuestro juicio tiene más elementos de naked que de cualquier otro estilo.
Su nombre, Diavel 1260 se debe a una curiosa anécdota, y es que cuando se realizó el prototipo de la Diavel, algún apasionado visitante manifestó que parecía un diavel, en dialecto boloñés, que viene a ser un demonio, el diablo, y desde luego, no pudo acertar más. Es posible que sea tan sólo una leyenda para dotar a la moto de más mística aún, pero aun así, suena tan prosaico, que no nos cuesta demasiado trabajo creerlo. Por su parte, el número de 630 unidades responde también al año de presentación de la Ducati Elite, que fue en 1963.
Por supuesto, y como corresponde a la categoría de moto que es, la calidad de ajustes y montajes es elevadísima y los materiales son exquisitos. La construcción de este precioso objeto se configura en torno a un chasis multitubular de acero y un subchasis de aluminio, que la hacen robusta como pocas. La horquilla invertida regulable de 50 mm de diámetro es de la más alta calidad. La parte electrónica a cargo de Bosch, con tres diferentes y ajustables modos de conducción: sport, touring y urban, con ocho niveles de control de tracción, al igual que el sistema para no realizar caballitos, y tres niveles de asistente de arrancadas, entre otros aspectos reseñables.
El manejo de todos los sistemas que se muestran en la generosa pantalla central, se realiza mediante unos psicodélicos mandos iluminados en los puños. Todo dotado de una excelente visualización. Los frenos de 320 mm delanteros y 265 mm traseros firmados por Brembo redondean un conjunto elevada e innegablemente tecnológico y un equipamiento realmente lujoso y privilegiado.
A todo esto, y con todo lo dicho, aún no hemos comentado nada del motor, que es la base sobre la que se asienta este monstruoso concepto. Y es que su motor, como su apariencia, es realmente llamativo y especial. Los 1260 cc, los 162 CV y los 129 Nm de par le confieren unas prestaciones de base difíciles de igualar en el mercado. Por razones obvias, no es la moto más rápida del mercado, pero tampoco lo pretende. Eso sí, sus aceleraciones son brutales, y la ausencia de carenado te hacen sentir el viento como una verdadera pared en las frenéticas aceleraciones.
El coche en el que se inspira: Lamborghini Sián.
El Lamborghini Sián es, por derecho propio, el Lamborghini, sin más apellidos. Es el icono actual de Lamborghini, el vehículo, si es que se le puede llamar así, más exclusivo y elitista de una marca ya de por sí elitista, situada en el más alto escalón de deportivos radicales. Poco podemos comentar de un modelo del que sobran las palabras. Absolutamente rutilante en su diseño, unos 5 metros de “eslora”, rompedor en su concepto, por ser el primer híbrido (aunque ligero, y tan ligero) de la firma italiana, e inalcanzable en su rendimiento, con una potencia combinada de 819 CV, el Lamborghini más potente hasta la fecha.
Si la Ducati se para en 630 unidades de producción, el Sián FKP 37 se queda en 63 unidades, en otro claro guiño de Ducati a Lamborghini. De este Lamborghini conviene dar un par de detalles más, curiosidades, para que veamos la magnitud de este vehículo, empezando por su curiosa y cargo de simbología denominación. El nombre de Sián proviene de la misma palabra italiana boloñesa que traducida al castellano es relámpago, un poco en la línea de otros Lamborghini, y para los más finos, funciona también como mensaje velado debido a la propulsión eléctrica con la que cuenta.
Las siglas y números que figuran en su denominación, las de FKP 37, se refieren, son un tributo a Ferdinand Karl Piëch, quien allá por 1998 salvó a Lamborghini de la desaparición, instalada en una más que evidente quiebra, comprando la marca e integrándola en el Grupo VW. Eso respecto del nombre, pero su diseño también tiene un interesante origen, ya que toma sus formas y su idea del Lamborghini Terzo Millenio, un concept car presentado en 2017. Es retratado por la propia Lamborghini bajo los siguientes cuatro pilares: “energía, innovación de materiales, arquitectura del vehículo y grupo de propulsión, sonido y emoción”. Perfecto resumen de la intención de Lamborghini con este prototipo, y que ha sido aplicado en una forma más comercial y menos radical en el Sián FKP 37 magníficamente.
Las cifras y montajes del Sián FKP ponen la piel de gallina. Un motor eléctrico, testimonial prácticamente, de apenas 25 kW, que genera 34 CV, y un motor térmico, justo lo opuesto a testimonial, de 6.5 litros V12, que aporta 785 CV, para ese total de 819 CV que comentábamos, que viene a desarrollar una potencia de 720 Nm. Además de esto, que son números en términos absolutos, pero en términos relativos también hay datos sobrecogedores, como son el hecho de ser la relación peso/potencia más baja de la marca en vehículos con motores V12. La construcción de toda la carrocería es fibra de carbono, chasis incluido, y subchasis de aluminio, lo que hace extremadamente ligero, de ahí su estremecedora relación peso/potencia. En aerodinámica también es un coche muy destacable, como no podía ser de otro modo, con innovaciones en tomas de ventilación, con flaps termosensibles y autónomos, que no precisan de testigos ni sensores, sino que se abren por la sola deformación del material con la temperatura. También aquí hay guiños de Ducati en la Diavel hacia el Sián.
Hablar de precio puede ser anecdótico, por lo inaccesible y prohibitivo del mismo, pues se sitúa en unos 2.000.000 € en bruto. De todos modos, aun cuando se gozase de esa cantidad, la exclusividad de 63 unidades hace que conseguir uno sea misión imposible.
Recuperando de nuevo en este párrafo el nombre de Grupo VW, tanto Ducati como Lamborghini se integran en el grupo, y por eso colaboran. Por eso, y porque, al fin y al cabo, su filosofía es parecida, salvando las evidentes y siderales distancias, porque no hay productor en motos que cuente con la exclusividad de Lamborghini. Así pues, vemos razones de peso, tanto funcionales y corporativas como de filosofía y concepto para este vanguardista y atípico trabajo conjunto.
Contemplar la Ducati Diavel y el Lamborghini Sián una junto al otro, otro junto a la una, es contemplar una obra de arte conjunta, una verdadera oda a la esencia italiana del bien entendido gusto por lo estético. Estamos seguros, de hecho, de que Ferruccio Lamborghini no pondría ninguna objeción a esta experiencia experimental prestando elementos de uno de sus buques insignia a una prestigiosa fabricante de motos de gran cubicaje. Tampoco Antonio Cavalieri Ducati lo vería con malos ojos. Nosotros, por supuesto, sólo podemos seguir teniendo dulces pesadillas con ambos.
