Continuando con nuestra saga de "Los olvidados juguetes americanos de los 80", en los que ya hemos hablado del Ford Merkur XR4Ti y del Chrysler TC by Maserati, toca continuar con el Cadillac Allanté, que sí gozó de cierta popularidad y éxito, y donde su relación con Europa la encontramos en el hecho de que fue Pininfarina quien se encargó del diseño del mismo.
Se produjeron y vendieron un total de 21.400 unidades entre 1987 y 1993, coincidiendo casi a pies juntillas en el tiempo con el TC by Maserati y el Merkur XR4Ti, pero igualmente bajas ara la firma de General Motors.
Como concepto, se va a parecer más al TC y menos al Merkur, porque como el primero, no procede de ningún otro modelo, sino que es un coche genuinamente original. Su estética es mucho más ‘yankee’, pero sí mantiene líneas muy similares a las del Merkur/Sierra en la silueta por ejemplo, con un morro muy lineal, con poca caída, y un coche cuya figura circula paralela al suelo en casi toda su extensión.
El interior es sobrio, con una enorme palanca para el cambio automático, que es lo más destacado, junto con el cuero que traía de serie y un amplio volante que precede a golpe de vista un también amplio salpicadero y cuadro de mandos. Tecnológicamente venía bien dotado, siempre tomando en consideración la época de la que hablamos, y este podía ser uno de sus puntos diferenciales, aunque realmente ello no supuso que sus ventas se disparasen.
En cuanto a su corazón mecánico, el Allanté montaba un motor V8 de 4.1 litros de cubicaje, que ya se había empleado en otros modelos como en el Eldorado, combinado con una tracción delantera, y su única diferencia con éste era un sistema de inyección propio. Más allá de eso, desarrollaba 172 CV, asentado sobre un chasis de acero, y una caja automática de cuatro velocidades de convertidor de par.
No es casualidad que el Cadillac Allanté se produjese entre Italia (San Giorgio Canavese, Turín) y Estados Unidos (Detroit, Michigan), puesto que es un producto italo-americano como pocos. A su origen americano se une el diseño de Pininfarina, para dar a luz un coche de generosas cotas, con unos 4,5 metros de largo y casi 1,90 metros de alto, y generoso peso, pues pasaba los 1500 kilogramos con cierta facilidad. Quizás la lástima de este coche es que no se comercializó fuera del mercado norteamericano, por un lado, y que, además de esta restricción geográfica, también sus ventas fueron muy escuetas, puesto que en los dos primeros años, no se pasó de las 4.000 unidades en ninguno de ellos, y se quedaron por debajo de 7.000.
Es cierto que hubo un intento por parte de Cadillac de darle un impulso a estas ventas, cuando en 1989 se montaron motores más generosos, pero ni por esas se aumentó su atractivo, hasta que finalmente, en 1993, como decíamos, se decidió poner punto y final a la producción de este, a día de hoy, cotizadísimo y buscado biplaza.