Para introducir, tenemos que rebobinar unas cuantas décadas hasta 1975, cuando BMW introduce al sucesor del E9, un pequeño gran turismo que desarrolló un carácter travieso y deportivo con su versión más icónica, el 3.0 CSL.
Este cambio prometía un coche similar en aspecto, pero diferente en comportamiento y en idea. Se inauguraba la Serie 6 de BMW, un auténtico gran turismo que jugaba a ser seguro y relajado, con total predisposición a comerse kilómetros y kilómetros de autopista sin apenas despeinarse.
Al mismo tiempo, las primeras versiones llamadas 630 CS y 633 CSi, no acababan de convencer, sobre el papel, a los periodistas del motor de la época. La realidad es que el nuevo Serie 6 era un coche muchísimo más pesado que su predecesor, además de tener menos chicha y una conducción menos deportiva debido a una configuración de suspensiones bastante blanda. Esto hizo que rápidamente adquiriese una fama de coche de abuelo. Aunque ese apodo no duró demasiado.
Unos años después, en 1978, BMW decidió echar picante al Serie 6, y nacería una de las versiones más interesantes, el 635 CSi, con un motor de 6 cilindros en línea de 3.5 litros de cilindrada con inyección Bosch L-Jetronic, que ayudaba a desarrollar 218 CV y 310 Nm de par máximo.
Un cóctel de estilo y agresividad para su diseño
Todo lo visual es subjetivo, pero con obras de diseño como esta, parece que deja de serlo. Podríamos decir tranquilamente que este BMW 635 CSi es el súmmum de BMW en cuanto a estética, el epítome de un vehículo deportivo elegante total.
Su perfil de líneas limpias y suaves hacen que encaje perfectamente en la definición de “Sleek”.
La suavidad de su línea cambia radicalmente al llegar al frontal, donde encontramos su afilado e intimidante morro, procedente de una época en la que la seguridad del peatón era irrelevante.
Su capó termina prácticamente en punta hasta la zona central, donde le esperan los dos pequeños riñones verticales de firma bávara, una característica seña de identidad que hizo que se ganase el apodo de “Sharknose” o “Nariz de tiburón”, heredado directamente de su predecesor.
La guinda que acompaña en la vanguardia del 635 CSi son sus dos faros circulares en cada lado, con una mirada realmente amenazante que desearías no ver en tu retrovisor.
En la zaga no vemos tanto carácter, pero tampoco da la sensación de ser un producto sin terminar, sus grandes pilotos rectangulares acogen todas las luces. En la variante 635 CSi, encontramos también un spoiler ochentero de plástico, que determina que estamos ante una versión con algo más de chispa, aunque no es solo estético, ya que ayuda a pegar el coche al suelo a altas velocidades.
Un interior amplio y cargado de tecnología
Cuando entramos dentro del habitáculo, nos damos cuenta de que estamos ante un producto de una gama superior, sobre todo en calidad de construcción.
La unidad que probamos del 635 CSi es de 1985, y a pesar de no estar muy equipada, tenía espejos eléctricos en ambos lados, radio stereo con reproductor de casette y ordenador de a bordo de BMW, operable con botones, y que nos indicaban aspectos como el consumo, la autonomía, fecha y hora, y temperatura exterior.
Estaba equipado con asientos de tela en color azul, combinado con un salpicadero bitono, también de color azul y negro. En su lugar, también estaría disponible en piel, además de extras como el techo solar.
La posición en el puesto de conducción es suficientemente cómoda y algo deportiva, sobre todo para una época en la que no se disponía de cientos de ajustes en el asiento, sino los suficientes como para ponerte en marcha. Los asientos traseros son sorprendentemente amplios para hablar de un coupé de los ochenta, aunque tampoco debemos olvidar sus 4,7 metros de longitud.
¿Dinámica de GT o un deportivo de pura raza?
Tan pronto me puse en marcha en este 635 CSi, me di cuenta de que se trataba de un auténtico BMW: la suavidad y el refinamiento de su motor brillaban con el pedal a fondo, además del característico bramido del seis en línea. Sueltas el acelerador, y unos pequeños petardeos acompañan a la sintonía del motor en deceleración.
La sensación que daba este M30B35M era de potencia para vagos, ese tipo de potencia sin esfuerzo que caracteriza a los grandes buques insignia de los fabricantes de lujo; “No hace falta que reduzcas, tu acelera” parece que te dice el seis en línea, en tercera, a prácticamente 1.100 rpm. Y ahí va, con una gran respuesta a pesar de ser un motor atmosférico. Tampoco da la sensación de ser un motor que te pida que corras y que lo revoluciones, esa sensación adictiva que sí te puede ofrecer una motorización con un rango de revoluciones más amplio, como bien podría ser un BMW M3 E92.
En ese mismo momento en el que te das cuenta de la autenticidad del 635 CSi, también te das cuenta de que realmente es un gran turismo puro, y no tan deportivo como a veces nos pueden hacer pensar las siglas CSi.
Dinámicamente, es un coche que se siente bien, el paso por curva es bueno, pero al mismo tiempo, nos da señales de que el tramo no es realmente su punto fuerte: Un ligero balanceo a la hora de tomar la curva un poco fuerte, sus 4.7 metros de longitud y su peso de 1.450 kg se convierten en hándicap.
Donde sí se encuentra realmente cómodo es en la autopista. Es simplemente impresionante que un coche, cuya primera versión salió hace casi 50 años, tenga el aplomo y la planta en autopista a altas velocidades que tiene, convirtiendo los viajes de larga distancia en su casa y en su zona de confort.
A menudo, cuando hablamos de coches de los setenta o de los ochenta, el confort de marcha en autopista no es de los atributos más destacados. Ruidos, vibraciones, o simplemente la sensación de tener poca seguridad hace que nuestro coche ochentero no sea la opción idónea para recorrerte el país. No es el caso del BMW 635 CSi.
Se me ocurren pocos coches de la misma época que tengan esa sensación de estar tan plantado en el asfalto a altas velocidades, por lo que, si tienes el sueño de recorrer el continente en un coche de época, el BMW 635 CSi puede ser tu mejor opción.
Hablemos de dinero: Mercado, costes y cotización
Vamos a meternos ligeramente en las profundidades de un tema que, a menudo, parece tabú en las Retropruebas: El dinero.
El BMW 635 CSi siempre ha sido un coche apreciado por entusiastas de la marca y de los coches en general. Es posible que esa presencia que tiene, su estética y su rareza, sean algunos de los culpables de por qué esta generación E24 no esté a la par en cuanto a precio respecto a otros modelos contemporáneos de la marca, aunque últimamente el mercado de los BMW está cada vez más al alza. Tal vez sea la nostalgia, la inigualable calidad de construcción, o el simple hecho de que cada año que pasa, hay menos.
Si queremos encontrar una unidad en territorio nacional del Serie 6 E24 en funcionamiento, nos tendríamos que ir a los 10.000€, donde encontraremos modelos de la primera serie con sus motorizaciones más básicas, como el 630 CS. Si queremos un 635 CSi en funcionamiento, nos encontramos rozando ya los 20.000€.
¿Pero qué pasa si queremos irnos a por el purasangre con la firma de M? Los M635CSi de 286 CV se encuentran ya por encima de los 40.000€, llegando incluso a los 60.000€ en unidades con menos de 100.000 kilómetros.
Para poner la guinda al pastel, en la parte de arriba del rango de precios, encontramos el rarísimo Alpina B7 Turbo Coupé, con una única unidad anunciada en Europa, ubicada en España, por el que piden 180.000€.
