Hace unos días os hablábamos en Sexta Marcha de una serie de compactos deportivos que, si bien nunca llegamos a ver en la calle, nos adelantaban, en ciertos casos, un nicho de mercado que surgiría y se expandiría en los años siguientes: el de los súper hot hatches.
Sin embargo, la industria del automóvil suele comportarse como un juego de suma cero, esto es: lo que uno gana, lo pierde otro. Esta vez, han sido los utilitarios deportivos de segmento B los que, eliminándose paulatinamente de las gamas de producto, parece que han pagado el pato en un mercado cada vez más polarizado en cuanto a calidades y tamaños (casuística diversa aparte).
Lejos quedan ya los 80 o los 90 donde tantas y tantas marcas presumían de un pequeño utilitario con picante y nosotros, nostálgicos perdidos, os hemos rescatado otra lista más de sueños rotos de bolsillo, ejemplos de esta deriva del sector.
En la recién adquirida tradición de Sexta Marcha, los que no fueron: 10 super utilitarios (locuras incluidas).
Alfa Romeo Mito GTA
El MiTo (de Milano y Torino), siempre fue un utilitario atractivo, al estilo italiano, que incluso tuvo su versión QV de 170 CV. No contentos con eso, la gente de Alfa Romeo tuvo a bien presentar el MiTo GTA; las mismas míticas siglas que ya resucitaran en su día el 156 o el 147, Gran Turismo Allegerita.
La receta era sencilla: menos peso gracias al uso extensivo de fibra de carbono y aluminio, una puesta a punto más radical y el motor 1.7 TBi de 240 caballos para convertirlo en el utilitario más potente del mercado. Anunciaba un 0-100 en 5.5 segundos y tenía una pinta escandalosa, pero nunca pudimos catarlo.
Volkswagen Polo R25 (¿R23? ¿R18?)
No existe demasiada información acerca de este singular concept de VW, más allá de las fotos del prototipo que ilustran este artículo. De lo que pudo ser el hermano pequeño del mítico primer Golf R32, solo ha trascendido ese kit estético tan “gordote” y la intención de Volkswagen de meter en el armazón del Polo una mecánica lo suficientemente excitante como para hacernos suspirar.
Del “upsizing” del 2.9 de seis cilindros en V estrecha (VR6), nació el 3.2 y de su “downsizing”, un VR5 de 2.3 litros que pudo haber dado vida al primer Polo R, ya fuera con mayor cilindrada (R25) o no (R23). ¿Y si hubiera sido un cuatro cilindros turboalimentado con el mítico 1.8T? En fin, de nuevo la misma historia.
Ford Fiesta RS Concept
Después del éxito del primer Ford Focus RS, TeamRS, la división deportiva de Ford Europa por aquel entonces, repitió la fórmula mágica con el Fiesta. Un ejercicio técnico que adoptaba una carrocería ensanchada por todas partes (por 19ª vez en este artículo), llantas de 18 pulgadas, y elevaba la potencia del Fiesta ST de 150 a 180 caballos para, según Ford, bajar de 7 segundos en el 0-100.
Los cambios continuaban en el interior con unos atractivos buckets y detalles específicos. No sabemos la eficacia de un conjunto así, pero se hubiera convertido, casi con toda seguridad, en un icono entre los más jóvenes.
Opel Corsa OPC Concept
Aunque Opel haya lanzado varias versiones OPC del Corsa, su origen se puede encontrar en este primer prototipo: el Corsa OPC Concept de 2002. Como mandaban los estándares, motor turboalimentado (1.6 litros en este caso), llantas más grandes, todo un arsenal de ensanches y apéndices aerodinámicos, interior vistoso y más de 150 caballos.
El Corsa OPC declaraba 175 CV y 210 Nm de par, suficientes para superar los 220 km/h y bajar de 8 segundos en el 0-100. Misma época, misma visión, distinta marca. La comparativa entre el Fiesta, el Polo y el Corsa habría sido una delicia.
Renault Clio RS 16 Concept
Avanzamos varios años hacia delante para encontrar al Clio RS16. Lejos de quedarse en el concepto del original Clio RS y su tan criticada caja automática (entre otras cosas), el Clio RS 16 era un Megane Trophy con ropa ajustada. De este tomaba prestado el motor, el tren delantero y diversa parafernalia para elevar al Clio a estándares de coche de campeonato de turismos.
Con 275 CV, 360 Nm y una línea de escape completa Akrapovic habría sido un duro rival para muchos matagigantes de la época actual. Y decimos “habría” porque Renault nunca llegó a fabricar ninguna de las entre 200 y 300 unidades que estimaba, a un precio superior a 40.000€. ¿Un Mini GP a la francesa?
Suzuki Swift Extreme Concept
Otra presentación trayendo toneladas de hype para algo que nunca vimos por estos lares. El Swift Extreme Concept se presentó en Tailandia y era, a su manera, un soplo de aire fresco y macarra para el “descafeinado” Swift Sport de serie.
De este concept poco más se puede decir que exceda el kit estético pero, puestos a soñar, ¿Qué tal le habría sentado al Swift este aspecto de malote con un buen incremento de potencia? Una especie de Swift RS alocado y salvaje acorde a su aspecto. Pensadlo.
Mazdaspeed Demio Concept
Al igual que el Swift, el Demio (o el Mazda 2 en Europa), fue víctima de esos malvados fabricantes que, junto a sus preparadores, nos dejan con la miel en los labios.
Y es que nunca supimos de lo que hubiera sido capaz un Mazda 2 MPS así que nos contentaremos con esta pequeña muestra que tenía todos los ingredientes “japos” para conquistarnos, excepto ese cambio automático.
Mercedes A32 AMG
Cambiamos radicalmente de tercio para rematar la lista con las ideas más disparatadas que, no solo es que no llegaran a producirse, es que no cabía duda de ello por los planteamientos tan locos que seguían.
El primer ejemplo es el Mercedes A 32 AMG (sí, el A, el famoso de la prueba del alce), con el que la gente de Affalterbach, en la adaptación germana del “no hay huevos”, empezó a comprobar hasta donde daba de sí el reducido vano motor de la clase A. Todo gracias a una colaboración con HWA y el empeño de un coleccionista suizo y su cartera.
Desechando la idea del V8 por razones obvias, se las apañaron para colocar el más “comedido” V6 de 3.2 litros con compresor, con sus 354 CV y 450 Nm. Prácticamente todo tuvo que rehacerse para digerir el aumento de prestaciones y dotar de una mínima seguridad al cascarón atómico, buckets y arneses incluidos.
Más allá de la mencionada unidad de encargo, nadie más se atrevió a repetir la hazaña y obvia decir que la propia Mercedes tampoco. Correr con estilo lo hace cualquiera, pero volcar es otra historia.
Audi A1 Clubsport
Aunque Audi mantuviera en la anterior generación del A1, su S1 con 231 caballos, lo que se sacó de la manga con el Audi A1 Clubsport es muy distinto. Al estilo del VW GTI W650 que os traíamos por aquí, el A1 Clubsport fue un one-off para el festival de Wörthersee de 2011, con guiños al pasado y lo mejor del presente de la marca de los cuatro aros.
Con un cuidado exquisito por el detalle, fibra de carbono por todas partes y un look mucho más agresivo y cabreado, este A1 era una fuerza de la naturaleza gracias al genial motor 2.5 TFSI de 5 cilindros de Audi. Para la ocasión, apretadito hasta los 503 CV y 660 Nm, gobernados por la tracción total Quattro y listos para catapultarlo en 3,7 segundos a 100 km/h como si fuera uno de esos unicornios del grupo B de rallyes, también con llantas turbofan.
Mitsubishi Colt SR4X
Cerramos nuestra lista con el ya clásico “humor” de los alemanes, que son muy dados a hacer swaps bestiales aprovechando cada milímetro de espacio, en el Mitsubishi Colt SR4X.
El Colt SR4X fue la adaptación de RalliArt Alemania del tren motriz de un Lancer Evo VI en el cuerpo del pequeño Colt. La tracción total y ese motor 4G63 purasangre que rozaba los 290 CV para un resultado final de auténtico coche de rally. Podéis verlo como una creación loca o el intento de un GR Yaris por parte de Mitsubishi con casi veinte años de ventaja. Hasta aquí nuestro viaje por la historia de los B hot hatches que nunca disfrutamos.
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