No muchos automóviles tienen el privilegio de ser exhibidos en los grandes museos y, a menudo, son vistos como objetos desprovistos de las cualidades necesarias para ser llamados arte.
Gracias al famoso arquitecto Norman Foster y al museo Guggenheim de Bilbao, el arte del automóvil -y su papel en nuestra sociedad-, pudo ocupar un lugar privilegiado desde donde ser admirado. Nosotros, fieles defensores de ese arte intrínseco a nuestras pasiones, no podíamos perder la oportunidad de visitar la exposición.
Así, del 8 de abril al 18 de septiembre de este año, “Motion: Autos Art Architecture” copó la segunda planta del Guggenheim. Un recorrido perfectamente explicado en su audioguía, a veces cronológico y a veces no, por el pasado, el presente y el futuro del automóvil en todas sus dimensiones; un homenaje al invento sin el que resulta imposible entender nuestro último siglo de historia. Comencemos el viaje
Beginnings
La primera sala es la génesis del automóvil. Del concepto original de Karl Benz de 1886 (Benz Patent Motor Car) al revolucionario Ford T que nos apeó del caballo. Un vistazo a los primeros y emocionantes años, desde las formas primitivas hasta las líneas más estilizadas que siguieron, como las empleadas en el Tatra T87 de 1948.
“En sus comienzos, el automóvil salvó a la ciudad del hedor, las enfermedades y la contaminación que provocaban los vehículos tirados por caballos. Sin embargo, en la actual era del cambio climático, se ha convertido en el villano contaminante de las urbes”.
La electrificación también fue cosa del pasado y el Porsche Phaeton de 1900, con motores eléctricos en los cubos de las ruedas, lo atestigua. Un desarrollo paralelo en los inicios que finalmente dio como vencedor al motor de combustión por razones obvias. La historia se ha encargado de cerrar el círculo.
Sculptures
La segunda sala fue, quizás, uno de los principales reclamos de la exposición. Ya no solo por mostrar algunos de los coches más bellos de la historia sino por contar entre ellos con una de las dos unidades que se conservan del Bugatti Type 57SC Atlantic, valorado en más de 100 millones de euros y con una apasionante historia detrás que merecería por lo menos un artículo completo.
A su lado, el Pegaso Z-102 Cúpula representa el primer superdeportivo español y la viva imagen del potencial de una España que todavía luchaba por salir de la posguerra; el automóvil más rápido del mundo en su momento, la flor que creció en la basura.
Secundados por un Delahaye y un Bentley Continental, suman en conjunto un compendio de líneas estilizadas y fluidas, todavía muy lejos de normativas sobre estructuras deformables y de colisión contra peatones.
Popularising
La sala de los coches del pueblo y de algunos Volkswagen (valga la redundancia). El siguiente paso en la democratización del automóvil: los sucesivos intentos de producir máquinas sencillas, fiables y asequibles para todo el mundo. Aquí pudimos ver un proceso que comenzó en el período de entreguerras e ineludiblemente teñido por cambios sociales y políticos y que continúo en plena recuperación económica tras la II Guerra Mundial. Del Volkswagen Beetle a desarrollos más sofisticados que se convertirían en iconos de la cultura pop como el Mini.
Con Europa como epicentro de esta revolución, tan enfocada a soluciones de movilidad urbana, pudimos ver numerosos ejemplos de los primeros compactos y utilitarios, cada uno a su manera: Fiat 500, BMW 600, Renault 4…
Sporting
Ahora sí, llegamos a los deportivos de producción “en serie”: la sala Sporting es la representación de los sueños de velocidad más allá de las grandes fortunas. Las primeras transferencias de la competición a la calle con éxito que todos tenemos en la memoria con bólidos como el Mercedes 300 SL Gullwing.
Convertidos casi en objetos de culto por su aspecto y rendimiento y, en muchos casos, el comienzo de una larga estirpe (véase el Porsche 356), que amplificó su leyenda aupada por las victorias en las carreras. Otras veces, el cine era suficiente para inmortalizarlos, como con el inolvidable Aston Martin DB5 de James Bond, con Sean Connery al volante en “Dr. No”.
Aunque para las últimas fechas de la muestra ya no estuviera expuesto uno de los míticos Ferrari 250 GTO, pudimos ver en su lugar un Ferrari 250 MM.
Visionaries
Podríamos denominar a esta galería como los concept cars antes de los concept cars. Desde que a mediados del siglo pasado los diseñadores se lanzaran a explorar formas extremadamente aerodinámicas y nuevas tecnologías de propulsión, no ha habido desarrollo del automóvil sin una retahíla de coches conceptuales previos que adelantasen muchas de sus líneas.
A excepción del monoplaza de Lewis Hamilton, todos los coches de Visionaires son creaciones únicas que rara vez salieron del estudio para pisar el mundo real. Especial mención -por nuestra debilidad hacia ellos-, merecen el Lancia Stratos HF Zero y el Alfa Romeo BAT 7. Bellos y únicos, querían llevar el “cuore” italiano al futuro con unos coeficientes aerodinámicos de record.
Americana
Y de lo conceptual, a lo real de nuevo. Americana es un breve resumen de la cultura americana y de la cultura americana del automóvil, si es que podemos entender la una sin la otra.
El coche aspiracional por excelencia nacido con la silueta del primer Ford Mustang que vendió a los jóvenes de los 60 el ideal de libertad en la carretera, la extravagancia y el tamaño colosal del Cadillac Eldorado Biarritz o los inimitables hot-rods.
Americana es el Jeep de 1945, el romanticismo de los roadtrips y el uso masivo del automóvil. Es la unión del coche y la carretera para dar forma a un país entero. Una cultura tan próxima y a la vez tan exótica desde el prisma europeo, que en Sexta Marcha nos sigue fascinando.
Por último, una visión al futuro con diferentes proyectos de estudiantes de varias universidades sobre la movilidad en los años venideros y una réplica de un estudio de clay modelling con la colaboración de Cadillac cierran la muestra.
Así, “Motion: Autos, Art, Architecture” ha sido todo un éxito, para el propio museo con cifras récord y para los que día a día pretendemos construir una rica cultura de motor en nuestro país. Ha acercado nuestro arte, el arte del automóvil, al gran público de una manera que no se había hecho antes y estamos encantados de haber sido testigos de ello. Ojalá no sea la última.