El conocido diseñador de coches Marcello Gandini, ha obsequiado al mundo con una gran cantidad de coches icónicos que todos hemos deseado alguna vez. Entre su historial, nos encontramos con el legendario Lancia Stratos, el Ferrari 308, y sobre todo, varios de los Lamborghinis que perfectamente podíamos ver en la habitación de un niño –y no tan niño- en forma de poster: el Lamborghini Miura, Countach y Diablo.
Acompañando a estos iconos de la automoción, está el Maserati Shamal, un intento de GT por parte de Maserati, que no se encontraba en el mejor momento de su historia, precisamente.
Maserati Shamal: Un poco de historia
El Maserati Shamal hizo su debut a finales de 1989, como el ultimísimo producto de Maserati cuando pertenecía a De Tomaso, antes de ser adquirida por el grupo FIAT, al que todavía pertenece a día de hoy.
A simple vista, parece que Maserati intentó jugárnosla, y pretendió darnos un Maserati Biturbo con una carrocería algo más agresiva, pero nada más lejos de la realidad.
Mientras que los coches que salían de las fábricas de Maserati en ese momento, no brillaban en prácticamente en ningún aspecto respecto a sus rivales y ofrecían poco para el precio que se pagaba, el Maserati Shamal le daba la vuelta a la tortilla.
El Shamal tenía un precio de partida que comenzaba entorno a los 60.000 euros al cambio, situándose en un mercado competitivo, aunque al alza, por lo que había espacio para un modelo italiano con cierto carácter exótico… ¿O no?
Se podría decir que no. Durante los seis años de producción, desde 1990 a 1996, solamente salieron 369 unidades de la fábrica del tridente, mientras que sus principales competidores, como el Mercedes-Benz SL R129 salían prácticamente en masa, superando las 200.000 unidades producidas, o el mismísimo 911, cuya generación contemporánea, la conocida como 993, fabricó más de 69.000 durante su corta vida.
Sensualidad y músculo, dos adjetivos para definirlo
Pese al bajo número de unidades fabricadas, el Maserati Shamal no deja indiferente a nadie, aunque quizás tenga ese encanto de “Me gusta, pero que lo tenga otro”. Es atractivo, exótico y agradable a la vista.
Para su diseño, Marcello Gandini cogió un mundano Maserati Biturbo y decidió llenarlo a anabolizantes, obteniendo como resultado un monstruo musculoso, como si de ese hermano endiablado que esconden en los sótanos se tratase.
Estas líneas ancheadas en el Shamal, añadían carácter y drama a nivel de diseño, algo de lo que carecía el Maserati Biturbo. Y lo mejor de todo es que no solo se quedaba en algo meramente estético.
Una máquina enfocada a la conducción
Maserati quiso que el Shamal no solo te emocionase al verlo desde fuera, sino también cuando te ponías al volante.
El Maserati Shamal brillaba desde el puesto de conducción: Desde su excelente paso por curva gracias a una suspensión activa electrónica con amortiguadores KONI, que suponía ser la crème de la crème en su momento, hasta su motor, que inauguraba un V8 de nueva generación, que más tarde sería utilizado en el Quattroporte IV y en el 3200 GT.
La unidad motriz en particular era un V8 Twin Turbo de 3.2 litros de cilindrada, doble árbol de levas y 32 válvulas, además de una configuración de doble intercooler, dando como resultado una potencia de 326 CV y 436 Nm, que se transmitían a las ruedas traseras a través de un cambio Getrag de 6 relaciones, una auténtica novedad en la época.
Con esto, Maserati, en tiempos de cólera, creaba uno de los GT más avanzados y más interesantes de su segmento, pero que nadie comprendió en su momento.
Hoy en día, un Maserati Shamal lo puedes encontrar a la venta, si es que encuentras uno, sobre los 50.000€, un precio relativamente alto si lo comparamos con sus compañeros de línea en la gama de Maserati del momento, pero merecido si hablamos de una joya de ingeniería italiana de los 90 de la que existen poco más de 300 unidades.
