Chrysler Crossfire SRT6: ¿qué fue del primo del Mercedes SLK32 AMG?
En la historia de la automoción y de sus múltiples y cada vez más frecuentes sinergias, se dan casos como el que os contaremos a continuación; dos productos a todas luces similares reciben un cariño muy diferente por parte del público. Sucedió no hace mucho con el Toyota GT86 frente al Subaru BRZ y hace ya dos décadas, con el Chrysler Crossfire y el Mercedes SLK 32 AMG.
Si bien ambos coches tuvieron unas tiradas muy muy limitadas, el Crossfire SRT6 (de Street & Racing Technology) es aun más escaso, sobre todo en Europa, y mucho menos reconocido. La pregunta es, ¿por qué?
Podríamos alegar que el Chrysler Crossfire, basado en la primera plataforma del Mercedes SLK (R170) y de la que compartía prácticamente todo, ya nació viejo. Lanzado en el ocaso del primer SLK y ofrecido en cabrio y coupé, era más de lo mismo con un diseño peculiar y ciertos toques americanos que no eran para todo el mundo. ¿Seguro?
Haciendo justicia al Crossfire y a pesar de la comparación de Jeremy Clarkson con un perro haciendo, ejem, sus cosas.., era un coche con personalidad. Se salía de la norma estética y, además, exploraba en las capacidades de un SLK mucho más rígido con su versión coupé.
Desquitándose de la imagen de deportivo aburguesado, quizás las particularidades del mercado americano, siempre sediento de más “chicha”, animaron a Chrysler a ir más allá. Si el Crossfire heredó el V6 atmosférico de 3.2 litros y 218 caballos, seguro que podrían acoplar también un compresor como ya hiciera el SLK 32 AMG, pensaron.
Así, del trasplante del corazón de Affalterbach en forma de V6 Kompressor, nacería el Crossfire SRT6. Frente a aquel, ligeramente capado para no perturbar la hegemonía de AMG, 335 CV a 6100rpm y 420 Nm entre 3500 y 4800.
El SRT6 recrudecía y afilaba la experiencia de conducción del Crossfire haciendo honor a sus siglas. Tratamiento aerodinámico específico con lip más agresivo, alerón generoso frente a las versiones normales y la utilización de dos tamaños de llantas. Mientras que el SLK 32 se conformaba con unas discretas llantas de 17”, el SRT6 equipaba 18” delante y unas enormes 19” detrás, acuñando el coche todavía más.
Obviamente, la cosa no se quedaba ahí y el SRT añadía una frenada de mayor mordiente gracias a su diámetro y sus pinzas de 4 pistones en el eje delantero, una electrónica más permisiva con el abuso del acelerador y endurecía todo lo que se podía endurecer (silentblocks, barras de torsión, muelles…). No en vano, el SRT6 iba casi un 50% más duro de suspensiones que un Crossfire base.
Además, para recordarte que estabas ante algo realmente especial, los antaño asientos específicos del SLK 32 sufrían un rediseño en un mix alcántara/cuero con logos SRT, al mismo tiempo que se añadían detalles exclusivos en el interior -que seguía siendo un batiburrillo de Mercedes y Chrysler-.
Pero si el estilo supone algo subjetivo, las cifras no lo eran. El Crossfire SRT6 batía el 0-100 en 5,2 segundos y seguía acelerando hasta los 254 km/h, algo casi inalterable eligieras la versión coupé o cabrio e idéntico al SLK 32. Puede que te impresione más un 80-120 en 2,9 segundos con el kickdown de su caja automática de 5 velocidades (que no era la de Mercedes).
Ya sabemos que la vida y la conducción no se circunscriben a las cifras y que en la ecuación de disfrutar al volante implicamos muchos más intangibles. Es entonces cuando el SRT6, por algún motivo que desconocemos, no encontró arraigo entre potenciales compradores. Era caro en su momento (casi 60000€) y no gozaba del marchamo de sus rivales, pero casi 20 años después, con la cura del tiempo, tiene un aura especial que nos atrae.
Lo siento Jeremy.
¿Crossfire SRT6 o SLK 32 AMG?