Hace una semana, comentaba por aquí como fue mi primer año con un Audi TT 8J, la segunda generación de un modelo muy identificativo en la historia de la marca de los cuatro aros.

En 2006, el Audi TT 8J salía al mercado con un precio que empezaba en 36.000 euros, lo que vienen a ser 43.000 ajustando la inflación. Pero en 2021, 15 años después, podemos encontrar unidades que parten incluso desde los 9.000 euros… ¿Vale la pena? Vamos a averiguarlo.

Equilibrio como sinónimo

Cuando pienso en el Audi TT, lo primero que me viene a la mente es un coupé deportivo equilibrado. Es un coche que, sin hablar del escaso espacio de sus dos plazas traseras (porque sí, tiene asientos traseros), vive en una zona de confort absoluta, que no sacrifica nada por destacar en otras facetas. 

El Audi TT es como el alumno que prefiere sacar notable en todas las asignaturas, en vez de sacar suficiente en algunas para ser sobresaliente en otras.

En términos generales, no es radical en ningún aspecto. Tiene una buena calidad de rodadura, una suspensión suficientemente dura para tener un comportamiento deportivo, pero sin ser demasiado seca, un motor muy lleno, y un interior confortable.

Estética con personalidad propia: Su punto más fuerte

La belleza es subjetiva, pero creo que todos podemos ver al Audi TT de segunda generación como un coche atractivo. Se me ocurren pocos coches que, con 15 años en sus espaldas, siga conservando una estética tan moderna con el paso de los años, aunque parte de la culpa de este fenómeno, es su diseño continuista en todas sus generaciones, manteniendo claras similitudes con el Audi TT actual.

La gran parrilla singleframe propia de los modelos Audi, junto con la línea que recorre todo el lateral del coche, y una estética muy conceptual, son las grandes protagonistas de este coche, junto con los pasos de rueda musculados. En general, es un coche de líneas suaves. Nada es agresivo ni ofensivo a la vista.

Si nos vamos a la zaga, encontramos unos pilotos completamente integrados en el diseño de la carrocería, con una luz de freno similar a la que encontramos en modelos halo de Audi como el R8, y un difusor de plástico muy simple, que enseña dos salidas de escape en el lado izquierdo -aunque el mío tenga dos a cada lado.-

Parte de su encanto estético viene por la gran diferenciación que supone respecto a los propios modelos de Audi, y a sus características únicas, como el alerón trasero activo, que se despliega a partir de los 127 km/h, con la opción de hacerlo manualmente.

Agilidad y dinamismo en su manejo

A pesar de ser un deportivo aburguesado, destaca su comportamiento en carreteras de curvas sinuosas gracias, en parte, a su ligero peso, y a su excelente capacidad de tracción si lo equipas con unos neumáticos deportivos.

Su puesta a punto y su aerodinámica hace que sea menos subvirador que sus hermanos del Grupo VAG como el Golf o el Scirocco, pero sigue siendo un coche con tracción delantera, por lo que se sigue notando cierto peso en la parte frontal a la hora de encarar una curva rápida.

Una mecánica fiable y llena

Su motor es el conocido 2.0 TFSI del grupo VAG, un cuatro cilindros turboalimentado de dos litros que desarrolla 200 CV y 280 Nm de par motor, asociado, en mi caso, a una caja de cambios manual de seis marchas, con la opción de equiparlo con una S Tronic.

Es un motor que corre y empuja mucho ya desde bajas vueltas, con unos números respetables a día de hoy, siendo capaz de hacer el 0 a 100 en solo 6,6 segundos. La potencia se produce de una manera muy lineal, aunque con una fuerte patada a partir de las 3.500 rpm, que se estira hasta más allá de las 6.000 vueltas.

Quizás el punto menos fuerte, es el sonido que produce su escape que, pese a tener un sonido bastante bonito para un cuatro cilindros, carece un poco de personalidad y de drama, al menos desde dentro del habitáculo y sobre todo, si lo comparamos con otros coches de carácter deportivo que se sitúan en el mismo rango de precio, como el Focus ST con su tronador cinco cilindros, o el Porsche Boxster con el Flat-6 atmosférico.

Por otra parte, te ofrece una paz mental traducido en fiabilidad que pocos coches deportivos te aportan. Aunque es un poco lotería, los 2.0 TFSI son motores robustos, que carece de puntos débiles notorios, y en la mayoría de los casos, dispuestos a someterse a verdaderos abusos. Su criptonita: El exceso de consumo de aceite en muchas de las tiradas de motores, nada que una garrafa de aceite en el maletero no pueda arreglar.

Interior sofisticado y refinado, aún a día de hoy

La calidad de su interior fue sin duda uno de los puntos fuertes a la hora de decidirme, y es que pasa un poco como su exterior que, a pesar de tener 15 años, se sigue viendo muy moderno y con una calidad que asombra. Todo lo que tocas se siente premium, y nada parece tener crujidos, dando una sensación de que está bien terminado y construido.

El volante achatado es muy bonito y tiene un buen tacto, pero la parte inferior plana no es demasiado práctica al agarre, pero eso ya es preferencia personal. Los asientos son cómodos para viajes largos y bonitos a la vista, aunque agarran bastante menos que los equipados en un Golf GTI, además de sentirse menos deportivos.

Uno de los apartados más sorprendentes para cada persona que se sube a él, es la cantidad de espacio que hay en el habitáculo. Aún siendo una persona muy alta te encuentras en un coche muy espacioso y con unos buenos ajustes en los asientos para encontrar la postura ideal, algo que no se puede decir de muchas otras alternativas.

El maletero es bastante amplio para el tamaño del coche, aunque su capacidad vertical es muy limitada. La compra del mes cabe a la perfección, al igual que un par de maletas para un viaje. No te olvides de la garrafa de aceite.

¿Es la alternativa más equilibrada en ese rango de precios?

Todo depende de lo que necesites. Si estás dispuesto a sacrificar un gran espacio de las plazas traseras, aunque teniéndolas para ocasiones de emergencia, por una estética con más personalidad y más especial que la que tiene un compacto deportivo, esta es, sin duda, una de tus mejores opciones.

Como explicaba en la revisión de gastos de la semana pasada, el Audi TT es un deportivo que te aporta una diversión a la hora de conducir y un placer visual que pocos coches te aportan en ese rango de precios, perfectamente utilizable en el día a día y sin sacrificar ningún tipo de confort, y sobre todo, sin sacrificar tu bolsillo a la hora del mantenimiento.


Publicado el 
18/1/2021
 en
Retropruebas